Cuerpo que juega y esconde
Kelvin Osney Arévalo Pereira
Venezolano / Investigador + Docente
No existe mayor confinamiento que el cuerpo, esta composición biológica y cultural, este ente político vehículo de nuestras experiencias, esta cárcel propia que cargamos en el día a día, donde escondemos, donde mostramos, donde vivimos.
En periodo de cuarentena he estado solo, habitando una casa que se me hace enorme y es el juego una de las principales opciones para llevar los días, para hacer del encierro cotidiano una diversión manejable.
El ·juego· como situación cultural ocurre en algún momento propio e íntimo, o en alguna situación social, pública y colectiva a lo largo de nuestras vidas.
En esta cuarentena he podido re/pensar y recrear algunos juegos de mi niñez, juegos que en su momento fueron solo diversión como por ejemplo: usar pinzas de ropa para extender las uñas como si fueran postizas, caminar en la punta de mis pies para simular un par de tacones, usar un trapo o camisa para fingir una peluca. esconder el pene y crear la ilusión de una vagina.
Estos son juegos para varias personas en la niñez, adolescencia o adultez, que para algunos, inconscientemente, no muestra una realidad del género o la sexualidad, sino simplemente un escenario de diversión. Pero sabemos que si, que esa práctica inocente tiene un hilo político que en algunos cuerpos se extiende a lo largo de toda su existencia.
Con "cuerpo que juega y esconde" quise recrear solo uno de estos ·juegos· esconder el pene y crear la ilusión de una vagina.
Esta práctica es ficción humorística para heterosexuales, es un pensamiento flexible para algunos homosexuales, pero también ejercicio común en varios cuerpos transexuales.
En este caso el ·juego· se interpreta como un mecanismo de análisis cultural. El ·cuerpo· como herramienta principal de existencia, y la ·sexualidad· como elemento común en el descubrir del género, la orientación sexual, sus expresiones y relaciones sociales. Conjugados estos en un solo momento.